domingo, 25 de enero de 2009

Su enorme secreto

El bosque había sido nuestro nido de amor, nadie nos miraba, nadie criticaba nuestra locura, podíamos amarnos… libremente, sin tapujos ni cargos de conciencia, no importaban nuestros verdaderos esposos, solo nosotros, el bosque y esa pasión que alimentaba día tras día el secreto de un amor imposible.
Me gustaba permanecer largo rato sobre la hierba mojada después de que él se hubiera marchado, era como si el mismo bosque tratara de borrar las huellas de nuestra imprudencia en mi cuerpo desnudo y aún borracho de besos y caricias.
Hacía ya tanto tiempo, tantas semanas, meses y años que la idea de perder ese secreto… me estremecía.
Era ya verano y el bosque parecía esperarnos impaciente, se había vestido con sus mejores galas, había extendido por el suelo sus más delicadas flores y hasta los troncos de los árboles parecían acercarse unos a otros para guardar nuestra intimidad.
Nos amamos una y otra vez más fogosos que otras veces, no podía evitar pensar que era nuestra última tarde. Exhaustos permanecimos tumbados hasta recobrar el aliento, mi mente traía una y otra vez aquel desagradable pensamiento, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y dos lágrimas resbalaron de mis ojos para acabar en sus labios. Me miro asustado y yo le conté aquella extraña sensación, él me convenció de que era imposible, nadie dudaba lo más mínimo de nosotros, nadie tenía idea de nuestros encuentros clandestinos, me tranquilicé y le dije que se fuera el primero como siempre.
El frescor de la hierba en mi cuerpo cansado era como un bálsamo, casi dormía cuando escuche moverse las hojas, como si alguien las pisara con cuidado, me puse en pie me vestí deprisa y salí al encuentro de aquel ruido, lo seguía escuchando, se escondía, sin duda no quería ser descubierto, cerca de donde yo dejaba el coche logré ver su sombra, ahora estaba segura, fuese quien fuese me iba a explicar lo que sabía.
Abrí la puerta para coger la barra antirrobo y al enderezarme pude ver como se agachaba al otro lado del coche, le seguí por todo el bosque, a veces me daba la impresión de que iba él delante, pero al poco lo sentía detrás observándome me estaba volviendo loca, al llegar al claro del bosque vi frente a mi su sombra escondiéndose tras una loma, por fin lo iba a pillar, saltaría sin hacer ruido `para ponerme tras él y amenazándole con la barra del coche lo asustaría para siempre, salte y allí no había nada o sí? porque ahora lo sentía detrás, al darme la vuelta lo comprendí todo, tarde demasiado tarde por que mi pie ya había resbalado y caía por el precipicio de la loma donde sabia que no había salvación. Ciertamente aquella había sido nuestra última tarde de amor y fue mi locura la que acabo con ella, nunca hubo pisadas, solamente una suave brisa de aire moviendo las copas de los árboles y mi sombra, mi propia sombra que me adelantaba o seguía dependiendo del lugar del sol. Ya no estoy cayendo, ahora vuelo libre por encima del bosque y ¿queréis saber algo? Mi sombra no me acompaña, ahora se que mi secreto esta ha salvo para siempre.

2 comentarios:

Carmen Aliaga dijo...

Bienvenida al mundo de los bloggeros¡
Como me dijeron a mí, cuidado que esto engancha¡
De verdad,enhorabuena y buena andadura para este nuevo blog.
Te envío un fuerte abrazo.
Te mereces lo mejor, tú lo sabes.

Anónimo dijo...

Gracias Carmen te agradezco tu apoyo en esta andadura, que tal vez me queda grande, pero aquí puedo ser yo, sin tapujos, sin condicionamientos y eso para mi es vital.
UN beso