Me posee el vacío y el silencio aguardando tu llegada,
los minutos son eternos lejos de tus labios,
más allá del marco de tu mirada.
Siento un frío inhumano, que hace temblar mi cuerpo
hambriento de tus caricias, de la pasión febril,
que dejan tus manos sobre mi piel de escarcha.
Te escribo por miedo a fallecer ante tu ausencia,
porque sin ti no soy nada,
porque sin tu amor me asfixia el aire de tu distancia.
Si pudiera alimentar mi alma de recuerdos,
de reminiscencias ya pasadas, de besos caducos
y caricias de otras horas transitadas,
seria tan fácil esperarte sin miedo a la locura,
sin el temor de estar lejos de ti, de tu persona.
No concibo sin la claridad de tus ojos la madrugada,
no creo posible atardeceres cálidos
sin que arrulles mi espíritu entre tus sabanas.
No quiero una vida forjada de sueños,
ni unos sueños que me lleven a otras playas.
No necesito que me respondan las olas cuando de placer suspiro
al cabalgar, al volar entrelazados y sin alas.
No preciso un anillo dorado que le diga al mundo que nos amamos,
ni una rosa roja que perfume mis días solitarios,
no necesito bombones que endulcen mis ratos de llanto,
ni bellos tesoros que rememoren los pasados años.
Porque si vivo es por ti, si sueño ha de ser contigo, si sufro es...
por no poder gozar a cada segundo del néctar sensual de tus labios.
Permiteme amarte sin medida alguna.
Permiteme entregarme sin prudencia... ni cordura.